Como hace justo un año voy a poner algunas vivencias del Mapoma, en este post le toca el turno a Sergio….leamos
CRONICA DE MAPOMA 2016
Crónica y vivencias personales de un popular
Emil Zatopek, uno de los mejores fondistas de todos los tiempos dijo “Si quieres ganar, corre los cien metros; si quieres experimentar la vida, corre maratones”. Yo no tengo demasiada experiencia, es cierto, pero no he corrido hasta la fecha pruebas más emotivas e intensas que las maratones.
Un Maratón no son “sólo” los 42 KM 195 metros que corres el día de la prueba. El Maratón para mí, un corredor popular del montón, se inicia cuando tomas la decisión de correrlo. A partir de ese momento te inscribes oficialmente y comienzas a planificar tu plan de entrenamiento que en mi caso suele ser de 14 semanas. Esas 14 semanas son el verdadero Maratón. Durante este tiempo la vida no se detiene y hay buenos entrenamientos, malos y regulares. Durante esas semanas te van sucediendo imprevistos y situaciones a las que te tienes que adaptar. Tengo la teoría de que cuanto mejor sea tu capacidad para enfrentarte a esas situaciones y superar las adversidades en las semanas de entrenamiento, más probable es que tengas éxito al superar las que te van a surgir el día de la carrera.
En mi caso, he de reconocer que correr el Maratón de Madrid 2016 no fue mi primera opción. Pero me tuve que adaptar a las circunstancias. Cuando estaba preparando la Maratón de Valencia, en la semana 11 del plan (mediados de Octubre de 2015), me sobrevino una lesión cuando estaba en mi punto álgido de forma. Cometí todos los errores del mundo: intenté probarme y seguir corriendo cuando mi cuerpo se empeñaba en decirme lo contrario, no descansé cuando debí hacerlo, y eso probablemente empeoró la lesión. Al final, acepté la realidad y dejé de correr hasta diciembre. En diciembre comencé a correr, pero las sensaciones eran francamente malas. Hay que ver, con lo que cuesta coger el punto de forma lo rápido que se pierde, y la perdida de forma estaba acrecentada por los kilos de más que había cogido durante los meses de inactividad. Empecé a coger sensaciones en las “San Silvestres” de fin de año. Aunque los ritmos estaban lejos de ser mis mejores marcas, empezaba a correr sin molestias, y eso ya era un paso importante. Por esta razón, estuve tentado de apuntarme a la Maratón de Barcelona con la grupeta de “Correr en Getafe”, pero ellos para esas fechas ya llevaban 6-7 semanas de plan, y yo acababa de salir de la lesión, no lo vi claro.
En Enero tomé la decisión de que correría MAPOMA a finales de abril, el calendario me era propicio y podía meter las 14 semanas de mi plan de entrenamiento. Además, tenía varios compañeros del “Club Grupo Pradena Fuenla Runners” que querían correr su primer maratón, así que en principio, me sedujo la idea de ir con ellos. Sin embargo, el perfil de MAPOMA no invita a plantearte hacer MMP en Madrid, por lo que mi objetivo inicial en Enero era correrlo y disfrutarlo, sin preocuparme por el crono. El fantasma de Valencia seguía rondando en mis sueños….y todavía lo hace!.
El plan de preparación, que empecé con mucho miedo por ser el mismo que para Valencia, fue dando sus frutos: En Febrero hice MMP en una prueba de 10KM, dos semanas después hice 8º en otro 10K especialmente duro en Serranillos y en marzo batí por dos veces consecutivas en menos de un mes mi MMP en la distancia del Medio Maratón (La Tragamillas y la ASICS). Las semanas iban pasando, los resultados iban acompañando, las sensaciones en los entrenamientos eran generalmente positivas, y todo marchaba bien. Según se acercaba la fecha la posibilidad de poder hacer algo -que para un corredor popular mi nivel podría considerarse de muy grande- empezaba a rondar mi cabeza. Y así, entre sueños pasados, anhelos futuros y realidades presentes llegue a la edición de MAPOMA de este año.
El 24 de Abril de 2016
El día comenzó muy pronto. En realidad me costó mucho dormir esa noche, aunque me metí en la cama relativamente pronto. La noche de antes se quedó todo preparado: mochila, zapas, dorsal, ropa, geles, etc. A las 7:00 de la mañana Javi me recogió y fuimos a buscar a JC, que se había comprometido a hacerle de liebre. Marchamos a Polvoranca a coger el tren y allí coincidimos con Miranda. Miranda es un crack, su tiempo acreditado (bastante por debajo de las 3 horas) le otorgaba un puesto en el cajón 1, pero no iba en sus mejores condiciones y fue duda hasta el último momento. Ya en Atocha nos unimos a la grupeta de “Correr en Getafe”: Jordi, Fer, Juan y Juanlu. Los dos primeros iban a correr el Maratón y los dos últimos serían sus liebres. Y yo, ¿tendría alguna liebre? No, en esta ocasión me tocaba enfrentarme al Monstruo yo sólo, reconozco que esa idea me inquietaba un poco. Fuimos juntos al guardarropa, bromas, chistes y anécdotas para aliviar la tensión, la última meada de rigor y para el cajón.
Yo salía con Javi en el cajón 2. Empecé a repasar mentalmente el recorrido, los ritmos que seguiría en cada tramo, y, sin poder evitarlo, vinieron a mi mente las palabras de Juanlu en ese mismo cajón un año antes: “Sergio, disfruta este Maratón. Vívelo a tope y trata de exprimirlo al máximo. Si te enganchas a esto, ningún otro Maratón que corras volverá a ser cómo este jamás”. Sin saber muy bien por qué decidí repetirle esas mismas palabras a Javi, para el que era su primer Maratón. A los pocos segundos, de aquello, pistoletazo de salida……Ya no hay vuelta atrás, al lío!
Había previsto hacer los primeros 5 km a un ritmo cómodo para ir calentado. Uno compite como entrena, y en la mayoría de las sesiones de entrenamiento, mi ritmo de calentamiento era de 4:55 min/km. No deja de ser curioso que el ritmo medio en esos primeros cinco km fuera de 4:56 min/km. Recuerdo que a la altura de Nuevos Ministerios me adelantó un hombre con la camiseta de los “Kampas” que empujaba una silla en la que iba su hijo, un niño que tenía algún tipo de discapacidad, y pensé que ese padre, al que no conocía, era sin duda un tipo excepcional. Empecé a pensar que detrás de cada corredor era posible que hubiera una historia humana increíble. En esas estaba cuando llegué al primer avituallamiento.
A partir de ese momento, tenía previsto empezar a incrementar progresivamente, pero el cambio de pendiente, el no tener una liebre, las ganas, la música y la climatología, que a esas horas de la mañana era ideal, hicieron que antes de llegar al km 10, empezaran a caer km a un ritmo de 4:17 – 4:19 min/km. Inmediatamente pensé que eso lo pagaría en los km finales y traté de bajar el ritmo a 4:30 sin demasiado éxito. El segundo parcial (entre el 5 y el 10) lo completé a un ritmo medio de 4:23 min /km. En ese tramo, bajando por Bravo Murillo, volví a cruzarme con el padre de los “Kampas” que empujaba la silla con su hijo, esta vez al igual que otros corredores al pasar por su lado, le di la mano, le desee suerte y continué con la carrera.
En el km 14, a la altura del puente de Eduardo Dato, el punto en el que se separan la Media y la Maratón, vi a un grupo número de compañeros del Club Grupo Pradena Fuenla Runners que habían ido a animar. Antes en la subida de la Castellana había otra pareja del club, Adrí y Patri, que sinceramente no sé como lo hicieron pero que fueron omnipresentes con su pancarta en varios puntos del recorrido. Recuerdo que pensé que grandes son mis compas…..pero lo más grande estaba por llegar. En Eduardo Dato me tomé el primer gel y me volví a poner los cascos…..sonaban los ACDC.
Los avituallamientos se fueron sucediendo tal y como había planificado, alternaba uno de agua con uno de bebida isotónica. Ahora con la ayuda de la música, de la climatología (igualito que la del año pasado, pensé) y de ese tramo del recorrido que era el más favorable, cogí una velocidad de crucero constante. El tercer parcial (10-15) y el cuarto parcial (15-20) los corrí a un ritmo medio de 4:22 min/km y 4:23 min/km. Seguía rodando más rápido de lo que tenía previsto, pero me encontraba bien. Solo podía confiar en ese momento en que ese exceso no pasara factura al final. Bajando por la calle Preciados el ambiente es espectacular, abarrotado de gente, y entre la gente se me echa encima una cara conocida….Lolo el “colorao” estaba animándome a gritos, se suponía que tenía que correr un trail ese mismo día, y allí estaba. Después la Puerta del Sol y los pelos como escarpias. Sevilla y Valencia serán maratones más rápidas, pero ninguna de ella tiene la Puerta del Sol y su ambiente.
Antes de llegar a la Media Maratón, pasó por un repecho considerable, cojo aire en el avituallamiento y energía, medio plátano a la buchaca. Paso por la media maratón en 1:35:08. Aparecen dudas, tenía programado pasar por allí en torno a 1:38:30, voy más rápido de lo previsto. Hago balance y me doy cuenta de que algo empieza a ir físicamente mal 1) me estoy meando como una persona mayor y 2) la climatología que hasta entonces me parecía muy agradable, la empiezo a percibir como especialmente calurosa. Recuerdo que pensé: “Mierda……no he entrenado en condiciones de calor”. Me olvido de todo cuando a los pocos metros de la media veo a JC y Juan que están esperando a Javi y Jordi para hacerles de liebre. Me gritan y me animan y yo me vengo arriba. Saco de mi mente los pensamientos negativos, y vamos a por ello con decisión.
Poco antes de llegar al final del Parque del Oeste pillo a Miranda que había parado junto a un árbol a mear, y yo que ya no aguanto más, decido pararme en el árbol de al lado a mear. Miranda en lugar de esperarme continua corriendo y yo recuerdo que pensé: “con lo bien que me vendría una liebre en la parte final de la carrera”. Termino la meada. Encaro la Avda. de Valladolid a buen ritmo, al final de la misma, a la altura de Príncipe Pío, nueva alegría, allí estan Juanlu y Conchi (Torpeda) esperando a Fer para hacerle de liebres a partir de ese punto. Como mola encontrar caras amigas en el recorrido que dan gasolina a las piernas. Antes de entrar en la Casa de Campo me tomo el segundo gel. El tramo que va de la media al km 25 lo corro a un ritmo medio de 4:25 min/km (que sería más rápido si descontamos el minuto que estuve meando).
Nada más entrar en la Casa de Campo, cojo a Miranda. En cuanto le pillo se pone a un lado y me hace un gesto de que tiré yo para adelante. Sin duda estaba jodido, pero le sobra pundonor para finalizar como un jabato. Le paso y me pongo a tirar. Sin embargo, algo va muy mal, algo nuevo que no me había pasado antes me esta empezando a suceder: “Me estoy cagando”, así, sin paños calientes, literalmente mis tripas me están matando. Decido aflojar un poco el ritmo con la esperanza de que se me pasé.
En el km 28, de manera inesperada, veo a mi mujer con otro grupo de Fuenla Runners. Ella ha sufrido las consecuencias negativas de mi plan de entrenamiento, horas de tiradas largas los domingos, tardes en el gimnasios y findes de carreras. Tiempo en definitiva que le he quitado a mi familia, y a pesar de todo, allí estaba ella, apoyándome. Una lágrima de emoción se me escapa y aquí me olvido de que me estoy cagando. Pero nada dura eternamente y al poco de pasar el km 29 las ganas de cagar vuelven intensificadas. A pesar de todo este periplo de acontecimientos emocionales y fisiológicos, los dos siguientes parciales, del 25 al 30 y del 30 al 35, los realicé a unos ritmos medios de 4:33 min/km y 4:34 min/km respectivamente.
Antes de llegar al km35, tengo una buena noticia y varias malas. La buena: de manera súbita las ganas de cagar han remitido. Las malas: 1) Me esperan 6 km de fuerte subida, 2) el calor me esta matando (joder con el buen tiempo!), 3) mis piernas empiezan a estar muy fatigadas. ¿Será el tío del mazo eso?¿Será eso mi muro?. No quiero saberlo. Me tomo el que será mi último gel, me centro en la música y decido hacer dos cosas: no pensar en nada y bajar un poco el ritmo en ese tramo. Entre el km 35 y el km 40 viví mi infierno. Si uno mira el ritmo medio en ese tramo, podría parecer que tampoco fue para tanto ya que lo hice a 4:48 min/km, que teniendo en cuenta la altura de la carrera que era y que eran km de subida no está mal objetivamente, pero yo estaba fundido, literalmente fundido, al punto de preguntarme a mi mismo: “¿Pero que cojones haces tu aquí? ¿Qué necesidad tienes de esto?”. Y de pronto fui consciente de que empezaban a aparecer dentro de mí unas ganas de parar que nunca había experimentado antes. Me dije a mi mismo: “No pienses, corre”. Poco antes de llegar al Museo Reina Sofía, Lolo se me acercó para ofrecerme algo de bebida isotónica, que decline porque iba fundido y no quería pensar en nada, ni siquiera en beber. En Atocha me esperaba un grupo grande de la hinchada de los Fuenla Runners que sirvieron para darme la gasolina que le faltaba a mis piernas, y en Cibeles de nuevo “los caris”, esa entrañable pareja que me asaltaron en diversos puntos de recorrido, enormes!!!.
En el km 40 el terreno deja de ser tan adverso, las cuestas han acabado y empiezo a ser consciente por primera vez de que lo voy a conseguir. Empiezo a incrementar el ritmo de nuevo. Aparecen calambres en la pierna derecha pero los ignoro. La Calle Príncipe de Vergara es una fiesta, la gente esta agolpada para vernos llegar al Retiro. “Lo voy a hacer, lo tengo hecho”….En los metros finales del Paseo de Coches la fatiga desaparece de mis piernas, la velocidad se va incrementando con cada zancada. Por fin, el arco con el reloj que me indica que estoy a punto de hacer algo muy grande.
Nada más cruzar esa meta se apodera de mí una sensación de felicidad inmensa, levanto los brazos y miro al cielo. No puedo evitarlo y comienzo a llorar como un niño. Recuerdo todo lo que he trabajado para llegar a ese punto. El calvario que viví con la lesión mientras preparaba Valencia. Lo duro que fue renunciar a correr esa Maratón. Y sobre todo los sacrificios que han realizado mi mujer y mis hijos por apoyarme en esta locura mía. Suyo es mi triunfo de hoy.
Al final el resultado de mi segunda Maratón fue un tiempo neto de 3:11:36. He conseguido bajar en Madrid la marca que me propuse en Valencia (sub 3:15). En esta ocasión sufrí mucho, nada que ver con mi primera vez. Pero sé que no hay dos sin tres, y que el Maratón de Valencia tiene una deuda conmigo.
CORRER NO ES SOLO CORRER